Como duelen los mazazos. Pero duelen para bien, porque aquel al que creíamos loco ahora se nos debe estar meando de risa en la cara. En cada palabra se cansó de machacarnos sobre la farsa de las instituciones, las creencias, en definitiva, el ocaso de los ídolos. No fue un filósofo mas. Tuvo sus cinco minutos de gloria de la mano de su amigo Wagner. Amigo entre comillas, porque entre disputas de ego sobre dos titanes la cosa por lo general nunca termina bien. Llenó su vida de dolores corporales y revelaciones. "Nadie es responsable de existir, de estar constituido de uno u otro modo, de encontrarse en estas circunstancias, en este medio ambiente." A la mierda con dios. ¿Quien es el responsable entonces? Federico trajo a este mundo mas preguntas que respuestas, pero siempre ligado al compromiso de desenmascarar la farsa, esa que llena de culpa al hombre por sus pecados. Fue uno de los pocos pensadores que vaticinó su trágico futuro: "La sabiduría es amarga; aquellos que mas saben mas profundamente lloran la verdad fatal. El árbol del conocimiento no es el árbol de la vida." Dicen que la verdad es amarga cuando se la mira a los ojos. Con una vida signada por el sufrimiento a veces pensar demasiado tiene sus consecuencias. Y sino que lo diga Ricardo Fort.
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