Coopertoners

viernes, 5 de noviembre de 2010

Carretera perdida

Sera que a uno le atraen esas historias. Las verdaderas. Alguien dijo por ahí que los libros de autoayuda son inmejorables a la hora de avivar el carbón para el asado. Kerouac en cambio encendió su alma buscando vaya uno a saber qué, porque al igual que Burroughs terminó prendiéndose fuego en vida.
Blake vaticinó que los caminos del exceso conducen a la felicidad. Parece que estos muchachos se lo tomaron muy en serio y, lo que es aún mejor para nosotros, lo escribieron.
"En el camino" encierra una odisea de peripecias transcurridas a lo largo y ancho del gran país del norte. Eran tipos con vocación de vagabundos, elevados por delirios místicos cuando se zarpaban en benzedrina u otras sustancias y hasta sumergidos en festicholas interminables ya en tierras Mejicanas. En su aventura lo acompañó Neil Cassady (Dean Moriarty en la ficción), un loco lindo que jamás maduró, siempre proclive a todo tipo de excesos. También participan del libro otros escritores de la generación Beat como Allen Ginsberg, Gregory Corso o el mismo William Burroughs. En sus hojas abundan los trenes de carga, los trabajos pasajeros para ganarse unos dólares, las orgías, el hambre, en fin, todo lo que estaba fuera del establishment por aquellos años.
Kerouac fué un ángel sin destino, una voz ronca extraída de lo mas profundo del sueño Americano. Tanto él como Cassady vivieron adelantándose permanentemente al reloj. Muchos años mas tarde Allen Ginsberg reflexionaba sobre ellos en una entrevista: "Había concluído la juventud y comenzaban a aproximarse la muerte y el silencio". Sostuvo.
Eso a veces tiene sus tristes consecuencias: A los dos se les reventó el corazón.

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