Ojo por ojo, diente por diente. Violencia contra violencia. Di Giovanni protagoniza como pocos la discusión siempre presente. Era un luchador antifascista, víctima del régimen de Mussolini, que procura sin tregua luchar contra la injusticia con mano propia, con todos los medios, aunque caigan inocentes. Se convertirá en el hombre mas buscado de Argentina, su rostro aparece todos los días en los diarios mas importantes del país. Tras de él, actúan unidas la policía del presidente Alvear con la policía fascista de Mussolini.
Pese a la persecución será protagonista de atentados con bombas y asaltos espectaculares. Ademas edita periódicos y las obras completas de Eliseo Reclus, un avanzado del pacifismo y la ecología (¿!¡?)
Mientras tanto no abandona el país a pesar de la rigurosa dictadura de Uriburu. Caerá preso a la salida de una imprenta, será juzgado y condenado a muerte. Su juicio y posterior fusilamiento será un final a toda orquesta que sacudirá a los argentinos de los años treinta.
El Severino Di Giovanni de Bayer fue el libro prohibido por excelencia de los años setenta. Es clave para continuar el eterno debate sobre la violencia.
Severino Di Giovanni: El idealista de la violencia. (Primera edicion, Enero de 1970, editorial Galerna. Segunda edicion 1998, editorial Planeta) Osvado Bayer
"Hay personajes que nacieron para la ficción, pero como tienen que moverse en las miserias de lo cotidiano para encontrar un hueco en la historia, se inventan, se rehacen para la luz de la pantalla de cine, para la mas alucinante página de la novela, para la mas irreal, contradictoria y apasionada canción de gesta. Personajes a los que quedan cortos los escritos biográficos, todas las notas de pie de página, y por tanto, se deslizan por sí mismos y sus tiempos hasta ganar el derecho a ser hoja de calendario mal impreso colocado sobre el fogón de un hogar proletario, héroe de la película muda que nunca será filmada, tema de conversasión a la fantasmagórica luz del alto horno"**
"Comencé a sentir el enorme poder en la multitud, que era capaz de marchar adelante y actuar sin oficiales."
Las vidas del señor Werner, el señor Sturm, el señor Lermontov y el señor Hölz coincidían en algo muy particular: a todos los perseguía la policía y casi siempre terminaban en la clandestinidad. Uno era pelado, de frondoso bigote, otro llevaba gafas y gorra, otro era barburo, y otro, el verdadero, era Hölz, todos eran él, su vida se reinventaba ante cada paso en falso. Este agitador de masas en la Alemania de principios del siglo XX fue gestor de grandes hazañas contra la república de Weimar.
Max era un verdadero líder, compañero y, por sobre todas las cosas, leal a la causa. Se presentaba clandestinamente en cuanto mitín se organizara, siempre disfrazado ante la sorpresa y el estupor de los trabajadores. Escapó milagrosamente de las garras uniformadas decenas de veces, algunas de ellas tremendamente arriesgadas, desde saltar de una pequeña ventana hacia el vacío hasta arrojarse de un tren a toda velocidad. Fué venerado y traicionado, expulsado del Partido Comunista por sus métodos poco "agraciados" (que raro ¿no?) emitiendo el siguiente comunicado: "Declaramos solemnemente que rechazamos las actividades del señor Hölz, quien ha intentado sustituir la acción de masas con su actividad personal. Hölz y sus compañeros se han puesto al margen del partido, quien solo puede existir cuando todos sus miembros se adhieren a su programa".
Fué señalado como el principal promotor de las revueltas obreras en Falkenstein, Frankfurt, Kassel, Plauen y Halle. Organiza a 5000, 20000, 50000 trabajadores de todas las edades con el fin de invadir destacamentos militares, trabajar en redadas y llevar el control absoluto del país a manos del proletariado. Tuvo que vagabundear infinidad de veces ante el acecho de tantos enemigos, aun así siempre volvía al ruedo. Cuando era apresado sus compañeros no demoraban demasiado en sacarlo a los tiros, pero la suerte y las agallas de sus compañeros lo abandonarían los primeros días de Marzo de 1921. Siete años de reclusión apagan a cualquiera, menos a Max. Al salir los Nazis ya estaban en el poder. Había que manejarse con muchísimo cuidado. Hace las paces con el KPD (siglas del partido Comunista Alemán que sigue las directrices de Moscú) y lo envían a la Unión Soviética. Lo querían como amigo, pero bien lejos. Se vuelve mujeriego, irreconocible "un héroe corrompido" y se entierra vivo en las labores de un burócrata partidario. Cuando quiso levantar las narices por entre los papeles el petit buró ya había tomado la decisión. No hay enemigo mas temido que el de la misma cuña. En los primeros días de Septiembre de 1933 un grupo de niños descubren un cadaver flotando en las aguas del río Oka. Era Max Hölz. "El gran revolucionario Alemán Max Hölz se ha ahogado en las cercanías de Gorki de manera accidental" Informaba la prensa Soviética. Nada se dijo de su desfiguración de rostro ni los cortes en el cuero cabelludo.
El tipo que era considerado peligroso por los socialdemócratas, irresponsable y traidor por los comunistas oficiales, anarquista por los comunistas de izquierda y un Leninista por los anarquistas, fue sepultado sobre un manto de olvido. Sólo en la década del 80, en la Alemania oriental, se colocó una estatua en una plaza en su memoria. Diez años después sería retirada por los conservadores y llevada al sótano de un museo. Tiempo después un grupo anónimo, en una operación relámpago, "liberaría" la estatua. Nunca mas se supo de ella. Igual que la historia de Hölz en las escuelas Alemanas.
**Arcángeles -Doce historias de revolucionarios herejes del siglo XX- Paco Ignacio Taibo II -
Editorial Planeta.
Lucio Urtubia nació en Cascante (Navarra, 1931) en una familia muy pobre de cinco hermanos. Su padre entró en la cárcel como carlista y salió convertido en comunista. A los 19 años, Lucio oyó de su boca por primera vez la palabra que marcaría su vida: «Si yo naciera otra vez, sería anarquista».
Reclutado para el servicio militar, descubrió muy pronto la facilidad para realizar contrabando en la frontera hispano-francesa. Con otros compañeros del servicio, desvalijó un almacén de la compañía a la que estaba adscrito. Al ser descubierto, desertó y huyó a Francia en 1954, ya que los delitos cometidos podían llevar aparejada la pena de muerte.
En París trabajó de albañil, oficio que desempeñaría durante gran parte de su vida. Comenzó a relacionarse con las Juventudes Libertarias de la Fédération Anarchiste, en principio para aprender el idioma, pero más tarde plenamente convencido por las relaciones que allí inició, que incluían entre otros a André Breton y Albert Camus.
Al poco tiempo de vivir en París se le pidió que escondiera a un miembro del maquis antifranquista en su casa. El refugiado era Quico Sabaté, máximo exponente de la guerrilla urbana en Cataluña, con el que compartió casa durante varios años, hasta la muerte de este: Para Lucio, Quico era su dios, su maestro del anarquismo. Bernard Thomas
Sabaté le facilitó direcciones de familias exiliadas en Toulouse, Perpiñán y París, así como de miembros de la antigua CNT española que seguían en activo en Barcelona, Zaragoza, Madrid y Pamplona. Urtubia, ante la detención y encarcelamiento de Sabaté, empezó a emularlo, realizando incursiones en territorio español; posteriormente emprendió una serie de robos y atracos por Europa con objeto de conseguir fondos para la causa revolucionaria. Más tarde abandonaría estas actividades «por miedo a hacerle daño a los empleados de los bancos».
Anteriormente había comenzado su actividad de falsificador, proveyendo de documentos falsos a una gran cantidad de guerrilleros y exiliados. En la década de 1960, conjuntamente con otros exiliados, inició sus actividades de falsificación de moneda con la que financiaban a numerosos grupos por todo el mundo, a la vez que procuraban desestabilizar las economías capitalistas. Subsecuentemente con estas actividades, en plena invasión de la Bahía de Cochinos, propuso a la embajadora de Cuba en Francia, Rosa Simeón, la destrucción con explosivos de intereses estadounidenses en Francia, a lo que esta se negó. Sin embargo, resultó tentada con la propuesta que le hizo de falsificación masiva de dólares americanos, de los que le llevaba una muestra. Fue entonces cuando la embajadora medió para presentarle a Ernesto Che Guevara en 1962, a la sazón Ministro de Industria de la Revolución Cubana, al que presentó su plan de falsificación a gran escala de dólares, plan que rechazó. Este encuentro supuso una gran decepción para Urtubia, ya que el Che le comentó durante el transcurso del mismo su opinión de que los EE. UU. seguirían siendo ricos a pesar de todo, lo que interpretó como una señal de que el argentino empezaba a estar cansado del rumbo que tomaba la política en la isla.
La acción subversiva más importante de cuantas realizó fue la falsificación de cheques de viaje del banco estadounidense First National City Bank (actual Citibank) en la segunda mitad de la década de 1970. Realizó 8.000 hojas de 25 cheques de 100 dólares cada uno, un total de veinte millones de dólares, lo que estuvo a punto de hacer quebrar al banco, que sufrió una importante caída en su cotización en bolsa. Este dinero fue utilizado para financiar distintos movimientos guerrilleros en Latinoamérica (tupamaros, montoneros, etc.) y Europa. Los titulares de prensa en España le dieron el apelativo de «el bandido bueno» o «el zorro vasco».3 Fue procesado y encontrado culpable de un delito de falsificación, por el que fue condenado a seis meses de cárcel. Para su defensa contó con la ayuda de un buen número de abogados progresistas de Francia y la pena se fijó tras llegar a un acuerdo extrajudicial con el banco, que aceptó retirar gran parte de los cargos a cambio de las planchas de grabación.
A lo largo de su vida participó en un gran número de actos contra el sistema capitalista que supusieron que se dictaran en su contra cinco órdenes internacionales de búsqueda, incluida una de la CIA. Destacan la participación en la preparación del secuestro del nazi Klaus Barbie en Bolivia, la colaboración en la fuga del líder de los Panteras Negras, la intercesión en el secuestro de Javier Rupérez o su colaboración en la fuga de prisión de Albert Boadella, que se encontraba en espera de un juicio por un delito de injurias al Ejército. Además simpatizó con los Grupos Autónomos de Combate-Movimiento Ibérico de Liberación y con los posteriores Grupos de Acción Revolucionaria Internacionalista (GARI), manteniendo una especial relación con uno de los miembros más destacados de estos últimos, el francés Jean-Marc Rouillan.
Siempre defendió el trabajo: «somos albañiles, pintores, electricistas, no necesitamos el Estado para nada»; «si el paro y la marginación crearan revolucionarios, los gobiernos habrían acabado ya con el paro y la marginación». Actualmente continúa viviendo en París de su trabajo de albañil.