Coopertoners

viernes, 13 de mayo de 2011

Cigarrillo

Diez, tal vez quince metros. La calle sufría una soledad absoluta mientras sorteaba soretes de perro y bolsas de basura. El tipo sonreía con la mirada perdida. Llevaba traje gris y zapatos negros en punta. No había mas testigos que un gato sarnoso acurrucado sobre el umbral de una vieja casa abandonada. En cuestión de segundos quedaría sellada una nueva historia bajo una persistente llovizna de Junio. El aire llevaba y traía aroma a refrito y chorizos quemados. Detuve la marcha y el tipo sacó el arma llevándosela a la boca. Buscaba un estúpido testigo perdido en la madrugada entre las entrañas de una ciudad dormida. Aún desconozco el motivo. Morir en soledad implica deambular en la eternidad del purgatorio, eso dicen algunos. De ahí que la mayoría de los suicidas buscan noctámbulos desprevenidos. Del gato ni noticias. Salió escupido vaya a saber dónde en el momento de la detonación y yo parado ante aquel trágico cuadro, sin respuestas y, lo que es peor, sin haber encontrado un puto kiosco abierto para despuntar el vicio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario