Coopertoners

viernes, 2 de enero de 2015

1999

Suponía que no había nada que hacer. Ventinueve años y sin futuro prometedor. Vivía solo en un dos ambientes en Almagro con muchas amistades proclive a los excesos y mis dos paquetes de Parissienes para afrontar la que venga. En ese departamento transitaron actores, cantantes cuasi famosos y transexuales dispuestos a contarme las penurias de sus vidas. Supe que el consorcio elevó una queja a la administradora por ruidos molestos. Solo puedo decir que el portero estaba de mi lado. Solía regalarle botellas de un vino blanco que ahora no recuerdo, pero que era de su preferencia. "Ponete las pilas che" aconsejaba. Había roto un noviazgo-matrimonio de nueve años y en definitiva no quería esperar otra tertulia de amor protocolar. Pasaron algunos días de exceso etílico y giras interminables. Ni siquiera sabía que pasaría al día siguiente hasta que pasó. La vi, le dije lo bien que cocino y la invite a tomar unas cervezas en un bar que ya no existe sobre la calle Uriburu. Ella me dijo que siempre tuvo noviazgos difíciles y que desconfiaba de los hombres. Tomé un trago, aspire largamente mi cigarro y le dije: "Estas son las llaves del departamento, quiero vivir con vos" Ni siquiera nos habíamos besado. Han pasado catorce años y sigo con aquella chica que me dio dos hijos y algunas broncas por limar. Todavía sigue flotando en mi cabeza el tema que por aquellos días era la banda de sonido de mi vida. Ya no me pregunto si vendrán tiempos mejores. Será lo que tenga que ser, y que se cague todo el mundo.

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