Se nace impregnado de fallas. No queda lugar al pensamiento libre, a la opción de una vida alejada de imposiciones, a la elección de los recursos elementales. Esta sociedad enfermante merece otra oportunidad. Empecemos por apagar aunque sea tres horas diarias la televisión, eje de todo lo "bueno" que proponen las grandes marcas. Sigamos con internet, y entendamos que sin ellas la vida no va a convertirse en una pesadilla. El abuso de estas cosas crea la misma dependencia que un ludópata. Usarlas a conciencia es una forma de disfrutar sus virtudes, el abuso, en todo caso, atrofia el razonamiento. Queda en nosotros la elección, sobre todo por nuestros hijos.
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