No fue un payaso cualquiera. Declaró que sintió una tremenda exitación al clavar el cuchillo en el cuerpo de un joven. Corría 1972 y aquella era su primera víctima. John Wayne Gacy comenzaba su carrera criminal correteando jovencitos engañados por su rostro bonachón. Su prontuario se remonta hacia 1967 cuando daba sus primeros pasos en cuanto a abuso de menores. Fue capturado y sentenciado a diez años de prisión cumpliendo solo 18 meses gracias a su cooperación y excelente conducta. Al salir de prisión se mudó a Illinoils convirtiéndose en un respetable ciudadano. Ademas de sus shows de payaso, John alternaba sus quehaceres con una participación activa en el Partido Demócrata. Todo iba encaminado entre Gacy y sus vecinos exceptuando un pequeño detalle: El olor nauseabundo que emanaba de las cloacas. Los pretextos eran diversos: ratas envenenadas, cañerías tapadas o que las partes bajas de la propiedad estaban inundadas de moho. La realidad no tardo en salir a la luz. Fue cuando, en el año 1978, desaparecieron dos jóvenes y la policía no dudó un instante en poner sus ojos en este personaje con pasado turbio. Para sorpresa de los federales Gasy no demoró en confesar sus crímenes, guiando a la policía a exhumar los 29 cuerpos diseminados debajo de su propiedad.
Otras cinco víctimas confesó haberlas arrojado al río Des Plaines. Se cerraba así la historia maléfica de un payaso que sólo dió pié para futuros guiones de películas clase B (Ver It de Stephen King)
Fué condenado a pena de muerte con la inyeccción letal en la penitenciería de Stateville el 10 de Mayo de 1994. Sus últimas palabras fueron: "Bésenme el culo, jamás encontrarán al resto"
Hubo un hecho llamativo en su ejecución: Al activarse la cuarta jeringa esta se trabó producto de la solidificación de los químicos obstruyendo la cánula. El remplazo del catéter demoró 18 minutos ante la atenta mirada de los ansiosos testigos.
Ya saben, si ven a un payaso, por las dudas, salúdenlo de lejos.
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