Coopertoners
jueves, 9 de diciembre de 2010
Calibres, dedos y errores de apreciación.
Ni lo duden. Desde que el mundo es mundo existieron los veletas. Antepenúltimo escalón en la escala social. Cipayeros, si se me permite la expresión. Es que la gran explosión, el inicio de todo, el Big Bang en definitiva, trajo consigo ese gen nefasto que altera la conducta de algunos individuos haciéndoles crecer el dedo índice apenas unos milímetros mas de lo normal. A simple vista resulta casi imposible percibirlo. Pero tampoco hay que paranoiquearse en demasía, solo basta llevar consigo un calibre para medir falanges a las que suponemos inquisidoras. El tema es cómo comprobar a ciencia cierta si el nuevo compañero de trabajo o el remisero del barrio es un doble espía sin caer en errores difíciles de subsanar. Muy simple, es cuestión de preguntar banalidades como en dónde está la máquina de café, la calle tal o donde se comen los mejores morcipanes de Buenos Aires. Si el tipo arguye conocimiento señalando insistentemente con el dedo, estamos ante un posible delator en potencia. Ahí si, sin medir agua va usted saca el socotroco milimétrico y se lo zampa en el dedo. Este equivocado o no siempre va a ser mejor que lo que le pasó al Turco Morel, que ante el desprevenido pedido de auxilio por parte de una anciana que lo tomó del brazo señalándole la vereda de enfrente el bestia terminó por partirle el zapallo a puro bastonazo.
Por lo general estas teorías conllevan muy a menudo a errores de apreciación. Gracias a dios no la mató y con viento a favor queda libre en dos días.
Fuerza Turquito. Mientras tanto seguiremos tratando de reafirmar nuestras hipótesis al respecto.
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Yisus Craist!!! Yo conozco un lugar donde se comen los mejores Morcipanes del país... es ahí, ahí, ahí mirá!
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